Esclerosis múltiple: consejos para la transición a un nuevo tratamiento

A veces, en la esclerosis múltiple, hay que probar varios tratamientos para encontrar el adecuado. Te damos los siguientes consejos para que la transición entre tratamientos y la evaluación de la efectividad de los mismos sea ágil y segura.

El tipo más común de esclerosis múltiple es la esclerosis múltiple recurrente-remitente (EMRR). En esta forma, los síntomas ocurren en forma de brotes, es decir, aparecen durante un período de tiempo y luego mejoran parcial o totalmente.

La EMRR se trata con Tratamientos Modificadores de la Enfermedad (TME). Este tipo de fármacos tienen el objetivo de disminuir el número de brotes y evitar que se generen nuevas lesiones en todo el sistema nervioso central. Los TME controlan la neuroinflamación en fases tempranas de la esclerosis múltiple, lo cual repercute sobre la neurodegeneración a largo plazo. No alivian los síntomas, pero logran modificar la evolución de la enfermedad.

A día de hoy disponemos de más de 15 tratamientos modificadores de la enfermedad distintos. El tratamiento se plantea de manera individualizada en cada caso, pero en general, se empieza con uno de los fármacos de primera línea, que actúan sobre el sistema inmunitario, habitualmente sin provocar inmunodepresión. Si no se produce la respuesta esperada, entonces el neurólogo puede prescribir uno de los fármacos de segunda línea que suelen ser más eficaces, pero pueden presentar efectos adversos más graves.

La transición de un tratamiento a otro no siempre es del todo fácil. Para que sea lo más segura y efectiva posible, te damos estos 3 consejos:

 

1. Asegúrate de entender todos los cambios relacionados con el nuevo tratamiento

Cambiar de tratamiento puede implicar una rutina completamente nueva. Tanto si el cambio se hace entre fármacos de primera línea, como si se cambia a uno de segunda o tercera línea, puede haber un cambio de dosis. Es importante asegurarse de que la dosis del nuevo fármaco es la correcta.

Por otro lado, el modo de administración también puede variar. Mientras que algunos se administran por vía endovenosa en el centro hospitalario, otros se toman por vía oral o mediante inyección en casa.

Antes de salir de la consulta médica, asegúrate de que comprendes completamente todas las instrucciones del nuevo tratamiento y de que tienes los cambios por escrito.

 

2. Complementa el nuevo tratamiento con autocuidado

Hay muchos estudios que demuestran que la adopción de hábitos saludables tiene un efecto significativo sobre la evolución de la esclerosis múltiple.

El autocuidado también puede facilitar un poco la transición entre tratamientos. Puedes empezar:

  • Siguiendo una dieta sana y equilibrada.
  • Evitando el tabaco.
  • Dando paseos diarios: te puedes buscar un compañero o compañera de paseos, especialmente si sientes inseguridad.
  • Analizando si duermes adecuadamente. Si no se duermen las horas suficientes, resulta más complicado determinar si la fatiga está relacionada con los efectos secundarios del nuevo tratamiento, con un brote o la falta de sueño.
  • Cuidando el bienestar mental y emocional: el yoga y el taichí son prácticas útiles para el estrés a la vez que tonifican y coordinan. Otra gran herramienta para mejorar el estado de ánimo general y la perspectiva de todo es la meditación.

 

3. Participa en el seguimiento: registra síntomas y posibles efectos secundarios

Para garantizar que el nuevo tratamiento está funcionando es importante participar activamente en el seguimiento y, poder aportar toda la información necesaria a tu médico en las visitas. Por ejemplo, a menudo se pasa por alto el seguimiento del dolor.

Hacer un registro diario de los síntomas puede ser útil para detectar patrones. Puedes tomar nota de los factores desencadenantes, como el estrés o el clima. Esta información ayudará a tu médico a ver si el nuevo tratamiento está funcionando como debería.

También es importante estar informado sobre la aparición de posibles efectos secundarios y, una vez empezado el nuevo tratamiento, hacer un seguimiento de los mismos. El médico te puede ayudar a evaluar las ventajas y desventajas asociadas a cada tipo de tratamiento.

Los efectos secundarios comunes incluyen:

  • Depresión
  • Diarrea
  • Fatiga
  • Síntomas similares a la gripe
  • Debilitamiento del cabello
  • Dolor de cabeza
  • Náuseas

Los efectos secundarios más graves incluyen disminución de los glóbulos blancos o rojos, aumento de la presión arterial e infección. Sin embargo, estos son menos comunes.

Por último, consultar con el neurólogo o el personal de enfermería, con qué frecuencia se deben realizar controles o analíticas. Cumplir con estas recomendaciones ayudará a detectar aquellos efectos adversos que tienen lugar de manera asintomática, pero también se deben tener en cuenta.

En la EMRR encontrar el tratamiento modificador de la enfermedad adecuado puede terminar siendo un proceso de prueba y error, pero con tiempo y paciencia, se puede encontrar. Continúa trabajando con tu médico informándole de cualquier síntoma o posible efecto secundario que puedas tener.



Referencia

3 Ways to Ease the Transition to a New RRMS Medication. healthline.com

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