Hipoterapia en la esclerosis múltiple

La palabra hipoterapia proviene del griego “hippos”, que significa caballo, y “therapeia”, que significa tratamiento; es decir, es un término que hace referencia a los tratamientos mediante el caballo. La hipoterapia se practica desde la época de los griegos, cuando Hipócrates ya hablaba del saludable ritmo del caballo. Efectivamente, el paso del caballo y la relación que la persona se establece con el animal muestran beneficios para el tratamiento de la esclerosis múltiple. ¿En qué consiste esta terapia y qué hay que tener en cuenta para practicarla?

Actualmente, se entiende por hipoterapia la actividad terapéutica aplicada por un fisioterapeuta especializado, que tiene como base la cadencia del paso del caballo, y que se utiliza para la rehabilitación de personas con enfermedades neurodegenerativas y traumatológicas, entre otras.

El caballo al paso sirve como herramienta terapéutica para transmitir el movimiento.

El simple hecho de estar sentado sobre el caballo produce la transmisión de un patrón de marcha tridimensional equivalente al patrón de la marcha humana, y esto provoca la activación de reacciones de coordinación y equilibrio y la aparición de reflejos posturales.

El patrón fisiológico de la marcha que la persona realiza durante la monta se graba en el cerebro y con el tiempo se automatiza, lo que posibilita su transferencia a la marcha normal. La estimulación sensomotora propioceptiva mejora la postura y facilita los patrones básicos de movimiento corporal.

Al mismo tiempo, este contacto con el caballo potencia la musculatura por los desequilibrios que se producen y regula el tono muscular debido a la temperatura del animal (38-38,5°C). Todo esto, a la vez, permite mantener el arco articular correcto. Para montar y desmontar, habitualmente se utiliza una rampa que ayuda a realizar la transferencia de paso a la montura del caballo, ya se trate de usuarios en silla de ruedas o usuarios con alteración de la capacidad de marcha.

El fisioterapeuta es el encargado de valorar si una persona es o no candidato a realizar hipoterapia, ya que se trata de una práctica contraindicada en ciertos casos: hernias discales, riesgo tromboembólico, brote de esclerosis múltiple, imposibilidad de abrir las piernas, anestesia de piernas, alteración muy grave del equilibrio en sedestación, artrosis, EDDSS mayor de 7, infecciones, fiebre, etc.

El profesional proporciona toda la información sobre riesgos, beneficios y medidas de seguridad, y dirige las sesiones planteándose los objetivos del tratamiento. Además, es el responsable de la seguridad del usuario. Por su parte, el ayudante es el responsable de manejar al caballo durante las sesiones, de controlar su movimiento, paso y velocidad, de girar durante los ejercicios, etc.

Es fundamental seleccionar cuidadosamente al caballo para este tipo de terapia. El temperamento es importante, ya que se necesita un animal sociable y confiado. En general, se requiere un caballo dócil, no muy grande y con un lomo musculoso, capaz de realizar movimientos suaves, rítmicos y regulares.

Es importante prestar especial atención al movimiento del paso, ya que el animal, con la ayuda del fisioterapeuta, será el encargado de corregir los defectos motores y conductuales del usuario y, a la vez, proporcionarle beneficios físicos, psíquicos, emocionales y sociales.

Los tratamientos de fisioterapia para la esclerosis múltiple son complejos debido a la gran variedad de síntomas que puede presentar, la aparición de brotes y la propia progresión de la enfermedad. Por todo ello, la hipoterapia adquiere relevancia para las personas con EM: aporta unos beneficios que no son posibles mediante ninguna otra técnica. Actualmente, existen diversos artículos científicos que avalan la hipoterapia como tratamiento para la esclerosis múltiple y, concretamente, demuestran los beneficios obtenidos en el equilibrio.

Los 10 beneficios de la hipoterapia en la esclerosis múltiple

  1. Crea nuevas expectativas de tratamiento en las personas que realizan fisioterapia durante gran parte de su vida.
  2. Permite el contacto con la comunidad, previniendo así el aislamiento social; mediante la relación con el personal de la hípica (herrero, cuidador, veterinario, profesores de equitación, etc.) o con otros usuarios del lugar, sin patología o con alguna diferente.
  3. Proporciona un ambiente lúdico que favorece el desarrollo del ocio en un espacio sin barreras arquitectónicas.
  4. El caballo no establece competencias ni rivalidades con el hombre debido a su carácter herbívoro.
  5. Existe una falta de percepción, por parte del usuario, de estar realizando un tratamiento, lo que favorece la relajación y la colaboración. El caballo nos traslada a un nuevo ambiente, lejos del ámbito doméstico u hospitalario. Las actividades al aire libre transportan a la persona a un entorno inédito en el que los cambios de conducta pueden ser más fáciles, proporcionando una nueva apreciación de la realidad.
  6. Permite la inclusión de la familia y/o cuidadores en un ambiente más distendido que el domiciliario. A medida que la persona avanza en las sesiones de hipoterapia, también habla sobre ellas, tanto durante el curso de las mismas como posteriormente, lo que influye en el contenido y el comportamiento verbal.
  7. Aporta beneficios sobre varios síntomas simultáneamente en una misma sesión de tratamiento. Está demostrada su eficacia en el control de la espasticidad y la ataxia, la potenciación del suelo pélvico y mejora del tránsito intestinal, la disminución de las cefaleas, y la mejora del equilibrio, la marcha, la coordinación, el dolor, la realización de AVDs, la respiración, el habla y la fuerza muscular.
  8. Mejora la percepción de movilidad y desplazamiento.
  9. El caballo proporciona tranquilidad, seguridad, autoestima y reposo. Poder dirigir el comportamiento de un ser del tamaño, altura y fuerza del caballo, cuyo peso llega a alcanzar 300-400 kg, es una gran sensación. La relación entre el usuario y el caballo genera afecto y respeto.
  10. Desarrolla los autocuidados al trabajar con un ser vivo y no con material inerte. El caballo incita al desarrollo y control de los autocuidados mediante la necesidad de alimentarlo, cepillarlo, lavarlo, pasearlo, limpiar la cuadra, etc.

Fuentes de información:

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Revisado por: Noemí Martínez Fisioterapeuta. Centro Neurorrehabilitador de la Fundación Esclerosis Múltiple “Mas Sabater”. Reus.
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