La vitamina D y la esclerosis múltiple

La vitamina D es uno de los factores ambientales que se han involucrado en el desarrollo de la esclerosis múltiple (EM). Esta vitamina, esencial para la absorción del calcio, también desempeña un papel importante en el sistema inmunitario, regulándolo y suprimiendo la proliferación de células inflamatorias relacionadas con la actividad de la EM. Según estudios recientes, unos niveles altos de vitamina D se asocian a una menor actividad y progresión de la enfermedad.

La vitamina D o calciferol es una vitamina liposoluble; su función principal es la regulación de la incorporación del calcio a los huesos y, por tanto, su déficit puede provocar unos huesos débiles y propensos a las fracturas (puede ocasionar raquitismo y osteoporosis, entre otros). La vitamina D también tiene un papel importante en el sistema inmunológico: regula la respuesta inmune de manera que ésta sea menos agresiva y, por tanto, puede ayudar a prevenir las enfermedades autoinmunes.

La vitamina D se obtiene por dos vías: la exposición solar y los alimentos. Se estima que el 90% de los requerimientos de vitamina D se obtiene a través de la exposición al sol. La piel es el principal órgano productor de esta vitamina debido a la exposición a los rayos ultravioletas. Estos provocan la conversión de un compuesto presente en la piel en provitamina D3 que, posteriormente, siguiendo una serie de pasos, se convertirá en vitamina D3 y en sus compuestos activos.

Por lo tanto, siempre teniendo en cuenta otras enfermedades que pueden provocar los rayos ultravioleta (cáncer de piel, principalmente), una exposición al sol controlada, por ejemplo unos 15 minutos de tres a cinco veces por semana, puede ser suficiente para garantizar unos niveles adecuados de vitamina D3 en el organismo.

La vitamina D se encuentra de forma natural en muy pocos alimentos. Estos constituyen el 10% restante de la aportación de vitamina D al organismo. Algunos de estos alimentos son los aceites de hígado de pescado y de la carne de pescado azul (como el salmón, el atún y la caballa). En menor cantidad, también se encuentra en el hígado de vaca, en el queso, en la yema de huevo y en algunas setas. Desde hace ya muchos años y debido a un problema de raquitismo grave, muchas leches y derivados lácteos llevan suplementos de vitamina D; son los llamados “alimentos enriquecidos en vitamina D“.

Los valores normales de vitamina D en sangre se basan, principalmente, en los valores derivados de la patología ósea; sin embargo, parece que valores por encima de 100 nmol/l serían suficientes para ejercer su acción sobre el sistema inmunológico.

Varios estudios observacionales han demostrado que unos niveles bajos de vitamina D se asocian a un aumento de la actividad clínica y radiológica de la EM en forma de un mayor riesgo de sufrir brotes o progresión de la discapacidad y de un aumento de la formación de nuevas lesiones y la aparición de lesiones activas en resonancia magnética.

También se ha demostrado que unos niveles más altos de vitamina D después de un primer episodio aislado de esclerosis múltiple se asocian a un menor riesgo de desarrollar la enfermedad. Incluso, se ha probado que unos niveles de vitamina D adecuados durante el período de embarazo y los primeros años de vida del niño pueden ayudar a reducir las probabilidades de desarrollar EM en el futuro.

A pesar de esta evidencia de que el tratamiento con suplementos de vitamina D puede ser beneficioso para reducir la actividad de la enfermedad, la verdad es que todavía no se sabe con certeza. Sin embargo, la suplementación en personas con EM y con déficit de vitamina D puede ser beneficiosa y, por tanto, recomendable dado los escasos efectos adversos que conlleva.

Así pues, la vitamina D es un elemento fundamental para la salud y también especialmente relevante si se padece esclerosis múltiple, ya que puede afectar al desarrollo de la enfermedad. Los niveles de vitamina D se pueden medir en sangre; su médico o neurólogo le informarán de cómo hacerlo y acerca del tratamiento si se necesita.

Fuentes de información:

Pozuelo-Motano B, Benito-León J. Vitamina D y esclerosis múltiple. Rev Neurol 2013; 56: 243-51.

Martinelli V. et al. Vitamin D levels and risk of multiple sclerosis in patients with clinically isolated syndromes. Mult Scler. 2013.

Mowry et al. Vitamin D Status Predicts New Brain Magnetic Resonance Imaging Activity in Multiple Sclerosis. Ann Neuroll 2012; 72: 234–240.

Correale et al. Immunomodulatory effects of Vitamin D in multiple sclerosis. Brain 2009: 132; 1146–1160.

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